Una exposición real sobre el maltrato. | Museo de Huelva.

¡Buenas cobicobayas!

En esta semana de Huelva y sus colores me gustaría hablaros sobre una nueva exposición que se inauguró ayer Jueves 19 de Enero en el museo de Huelva. Es un tipo de exposición que se sale un poco de lo "normal" dentro de lo que estamos acostumbrados a ver dentro de las paredes del museo, pero aún así, es lo suficientemente intensa cómo para que los vellos se te pongan de punta.

Se trata de una exposición de fotografía realizada por Pablo Pazos, fotógrafo autodidacta y trabajador del propio museo, que ha querido transmitir a través de una serie fotográfica una historia real y aterradora de una de nuestras conciudadanas. Dentro de esta muestra de imágenes todo tiene un porqué y un cómo que pretende mostrar al espectador una realidad cruel que, desgraciadamente, se sigue viviendo hoy día y que suele ser tema de actualidad .La violencia de género.

La protagonista de esta historia es India Venegas, una mujer valiente que ha sufrido a lo largo de muchos años el maltrato machista y que fue lo suficientemente fuerte cómo para salir viva de aquella situación y compartirla hoy con el mundo. Tuve la suerte de conocerla durante la inauguración de la exposición y poder conocer de primera mano su trágica historia.

"SOY INDIA VENEGAS Y SOY ARTISTA. Aquí comienza mi historia particular, en la que, por su veracidad, he omitido nombres para preservar la intimidad de algunas personas.


Cuando uno nace, no sabe quiénes serán sus padres, sus hermanos, sus futuros hijos y tampoco su futura pareja o parejas etc… En definitiva, no sabemos qué nos deparara la vida.


India Venegas a la entrada de la exposición.

Recuerdo que cuando tenía ocho años, mis padres me pegaban por cualquier motivo, lo que se prolongó hasta cumplidos los trece. No había razones para justificar tantas palizas a una niña de esa edad. Ni a esa edad ni a ninguna otra. 

Fruto de mi baja autoestima por el trato recibido, del despertar de la adolescencia y de las primeras experiencias sexuales, que no eran otra cosa que la búsqueda de afecto, me quedé embarazada siendo aún demasiado joven. A veces pienso que hoy día hubiera sido menos probable que aquello me hubiera ocurrido, dados los medios y la información que tenemos a nuestro alcance, pero eran otros tiempos y tuve que afrontar mi maternidad en circunstancias bastante adversas. 

A los dieciséis años, tuve mi primera pareja estable. Una historia de amor adolescente donde creía empezar a conocer el significado de lo que es el amor. Yo estaba enamorada y todo parecía bonito hasta que él empezó a maltratarme psicológicamente: insultos, humillaciones… Con profunda tristeza, volví a revivir mi infancia creyendo que estaba condenada a vivir así, en un continuo maltrato. Durante siete años soporté aquella situación, muchos ¿verdad? Creía que el amor era ciego y estúpido y que como era amor, había que aceptarlo. Finalmente, abandoné a esa persona, a la que no voy a calificar porque no encuentro calificativos.

Algún tiempo después, volví a enamorarme otra vez y me quedé embarazada de mi nueva pareja. Me había liberado de aquel terrible hombre y mi suerte había cambiado. ¡Qué equivocada estaba! Era demasiado joven para aprender a la primera y no fue así, sino todo lo contrario. Lo que viví a continuación fue aún peor. Este hombre sentía unos celos patológicos insoportables hasta el punto de acusarme de que el hijo que esperábamos no era suyo, sino de su hermano. No había ningún fundamento que apoyara tan falsa acusación. Aun así, viví junto a él durante nueve largos años sufriendo nuevamente malos tratos. Para mí fue una eternidad.

Muestra de la exposición.
Algunos me preguntaban por qué nunca denuncié. ¿Por miedo?, ¿por desconocimiento?, ¿porque no conocía otra forma de vida que los malos tratos?, había un poco de todo. Albergaba la esperanza de que todo cambiaría, que con la llegada de mi segundo hijo formaríamos una familia estable llena de amor, pero lo que comenzó fue mi verdadero calvario. Sufrí en mis carnes el maltrato en todas sus variantes, de los insultos pasó a las vejaciones, daños físicos y psicológicos e incluso violaciones. Me ataba con bridas las bragas, para asegurarse de que no me las pudiera quitar y de esa forma no mantener relaciones con nadie. Esto era realmente humillante, un cinturón de castidad que me dificultaba atender mis necesidades higiénicas y fisiológicas. Las puertas de mi casa estaban selladas con varios candados y cerraduras para que nadie pudiese entrar o salir en su ausencia. Cuando yo volvía del trabajo, me hacía un chequeo exhaustivo mientras, aterrada y paralizada por el miedo, rogaba a Dios que no encontrara un motivo absurdo para pegarme. 

Aún no he mencionado que este hombre tomaba sustancias poco saludables, alcohol y drogas que desencadenaban esa actitud violenta pero que no justifican a mi juicio su comportamiento. Recuerdo una vez que clavó un cuchillo en la cama estando yo acostada. Me quedé en el filo del colchón llorando aterrada como un perro pateado, mientras con ese cuchillo grababa en el cabecero de nuestra cama la palabra PUTA. ¡Dios! Sólo aquellas personas que han vivido experiencias similares saben el miedo que llegué a sentir en ese y en todos los momentos horribles que me hizo vivir. Estaba siempre fuera de sí y a veces le daba por romper todo lo que pillaba en la casa, cuadros, vasos, etc…Aquello era insoportable y no sabría explicar cómo pudo pasar, pero él mismo me pidió que lo denunciara o me mataría. Entonces comencé a ver una pequeña luz al final del túnel en que me encontraba. Todo acabó después de la denuncia y terminó mi calvario.


Después de mucho tiempo conocí a mi tercera pareja. Con esta persona recuperé la autoestima y me sentí por primera vez una mujer digna. Liberada del pasado, empecé a disfrutar de las relaciones íntimas como no lo había hecho nunca. Usábamos todo tipo de juegos y aparatos eróticos, bailaba para él como una stripper y me gustaba dar a mi pareja todo lo que me pedía con cariño. Fue un tiempo maravilloso, pero desafortunadamente esta relación también terminó. No fue una relación tormentosa, todo lo contrario. Él me introdujo, de casualidad, en el mundo del espectáculo. Con su ayuda empecé a descubrir mi arte, a hacer espectáculos eróticos y me convertí en stripper. Exhibía mi cuerpo a un público más amplio, no a una sola persona. 

Actualmente me siento feliz y liberada, tengo muchos amigos artistas: músicos, actores, etcétera y soy considerada asimismo artista también. Esto es lo que más me llega al corazón, junto con el cariño y ayuda que me dispensan estas personas.

Esta es mi historia. He intentado resumirla cuanto he podido, omitiendo muchas cosas a los lectores, pero creo que aun así entenderán mi historia. SOY INDIA VENEGAS Y SOY ARTISTA."

Tras conocer esta trágica historia, os invito a pasar por la exposición y visualizarla. Advertimos que puede herir la sensibilidad de la gente, ya que muestra la realidad de su sufrimiento tal y cómo ella misma lo vivió. Puede resultar de gran ayuda para concienciar a la sociedad acerca de la violencia de género y ayudar a muchas personas a salir de una situación parecida. ( las fotos son recreadas a partir de actores, no son reales)

Actor masculino. Domingo Benítez

Si desgraciadamente conocer a alguien que sufre violencia de género, puedes pedir ayudar al número 016, un número que no deja huella ni en la marcación ni en la factura.

La exposición estará abierta desde el 19 al 29 de enero en el Museo de Huelva. Entrada gratuita.

Espero que os haya gustado el post. Cómo ya sabéis, si tenéis cualquier duda o comentario podéis dejarlo en los comentarios.


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